Es el autor de "Sodoma: poder y escándalo en el Vaticano". Se trata de una investigación periodística que echa luz sobre uno de los secretos más grandes del Vaticano: la doble vida de cardenales, obispos, monseñores, nuncios apostólicos y seminaristas. El rol del papa Francisco, el sexismo, el encubrimiento de los abusos sexuales en el interior de la Iglesia y el fracaso del celibato.
Con un hilo narrativo atrapante, que lleva a lectoras y lectores de las narices, “Sodoma” es el libro de Frédéric Martel que corre el velo sobre uno de los secretos más profundos de la Iglesia Católica actual: la homosexualidad de “la mayoría” de los clérigos integrantes del Vaticano, según confirma el autor francés, quien es oriundo de Avignon.
Mientras las imágenes de la TV no dejan de reflejar cómo se incendia la histórica catedral de Notre Dame, en Francia, durante Semana Santa nada menos, Martel dice que su libro muestra la enorme crisis de esta milenaria institución religiosa, con poder en todo el mundo.
“Sería difícil sostener cualquier otra cosa, es la crisis más seria desde el gran cisma (el que dividió a católicos de ortodoxos), y no te olvides de que vengo de Avignon, en el sur de Francia, donde se dio el cisma anterior, así que sé de qué se trata”, indicó el periodista e investigador en una entrevista con LA CAPITAL.
Las llamas casi épicas sobre la catedral gótica de París parecen sellar, en un alto nivel simbólico, la tesis de Martel.
En la cumbre de la investigación periodística, este libro resume un trabajo riguroso: refleja los testimonios de cerca de 1.500 entrevistados, realizados en el mismo Vaticano y en treinta países, incluida Argentina, el país del papa Francisco.
Martel y su equipo de ochenta investigadores entrevistaron a cuarenta y un cardenales, cincuenta y dos obispos y monseñores, cuarenta y cinco nuncios apostólicos y embajadores extranjeros y más de doscientos sacerdotes y seminaristas.
“Todas las entrevistas se hicieron sobre el terreno, ninguna por teléfono o por correo electrónico”, contó Martel y señaló, además, que muchos de los consultados prefirieron el anonimato.
Escribe Martel, para escándalo de los fieles: “El Vaticano tiene una de las comunidades gays más numerosas del mundo. Dudo que haya tantos ni siquiera en el Castro de San Francisco, ese barrio gay emblemático, hoy más mixto.
En el caso de los cardenales más viejos, este secreto hay que buscarlo en el pasado: su juventud tormentosa y sus años licenciosos previos a la liberación gay explican su doble vida y su homofobia trasnochada”.
Ese es el punto central del libro: la doble vida de las autoridades católicas. Cuanto más rígidos se muestran hacia la homosexualidad en forma pública, en sus fueros íntimos aparecen más inclinados hacia esta opción sexual.
“El clero más homófobo suele ser el más practicante de la homosexualidad”, sigue Martel en su libro, cuya investigación hace una referencia constante a la Sodoma que el Antiguo Testamento narró como la cuna de una supuesta perversión.
La salvedad es que habla del Vaticano como la nueva Sodoma, incluso apuesta a esbozar las reglas que la rigen, y también menciona a la Santa Sede con los eufemismos de “el armario” o “la parroquia”.
Siempre dispuesto a ir más allá, el autor arroja otra tesis: indica que el Vaticano decidió ocultar los numerosos casos de abusos sexuales ocurridos en el interior del catolicismo para evitar, de ese modo, hablar de la propia homosexualidad del clero. “Se ha protegido a las personas que abusan porque no quieren discutir su propia sexualidad. Esos elementos son los que explican el encubrimiento, el problema es el encubrimiento”, indicó.
Y mientras teje esta historia atrapante, de poder y secretos en uno de los sitios de más emblemáticos de la cultura occidental, Martel es cuidadoso al momento de tener una mirada moralizante. “El hecho de que sean gays no es un problema, (la homosexualidad) debería ser una opción como otras tantas”. El dilema se plantea por la hipocresía o la doble moral con que se vive en el Vaticano y porque los votos de castidad y el celibato aparecen, en este contexto, como auténticas mentiras.
La Iglesia aún no reconoce a la homosexualidad como opción; la sigue condenando.
Capítulo aparte merece el rol del papa Francisco, o Jorge Bergoglio antes de ser declarado jefe espiritual de los católicos. Para indagar en la cosmovisión del Santo Padre, Martel viajó a Buenos Aires y buceó en las internas de la propia Iglesia argentina y en rol que tuvo la institución durante la última dictadura cívico militar. Ese capítulo resulta imprescindible en el extenso rompecabezas que desovilla en “Sodoma”.
“El secreto mejor guardado del Vaticano no es un secreto para el papa Francisco. El conoce a su ‘parroquia’. En cuanto llegó a Roma comprendió que tenía que vérselas con una corporación fuera de lo común en su género que no se limita, como se ha creído durante mucho tiempo, a unas cuantas ovejas descarriadas. Es todo un sistema, y un rebaño muy numeroso (…) Pero lo que a Francisco le resulta insoportable no es tanto que la homofilia esté tan extendida como la hipocresía desbocada de quienes predican una moral mezquina y tienen un amante, o aventuras y que a veces frecuentan a prostitutos de lujo. Por eso el Papa fustiga sin descanso a los falsos devotos”, escribió.
-¿Qué piensa del papa Francisco, es amigable con los gays que están dentro de la Iglesia o, por el contrario, homófobo?
-Es una pregunta difícil. Es un hombre grande, es peronista, argentino, jesuita. Un día es amigable y al otro día antigay, es difícil ver un patrón común. Podría decir que es amigable cuando se refiere a cuestiones individuales y más antigay cuando hablamos de declaraciones públicas en torno al derecho de los gays y en relación a la causa LGBT (sigla que corresponde a Lesbianas, Gays, Bisexuales y Travestis). Es más progresista en cuestiones sociales y más conservador en cuestiones morales.
-¿Sabe si el papa Francisco leyó su libro?
-Se lo dimos en español, en mano. Pero no sé si lo leyó.
-¿Considera que la reciente reunión del Vaticano con la comunidad LGBT es un efecto rebote de Sodoma?
-Lo único que sé es que se suponía que el Papa iba a presentarse con los activistas LGBT y no lo hizo, a último momento. Estamos seguros, tenemos la carta oficial de invitación y sabíamos que la reunión oficial se iba a realizar con él. No, no creo ser tan creído como para pensar que este tipo de reuniones se dan por consecuencia de mi libro.
-Usted señala que lo que ocurre en el Vaticano es más que un lobby gay, afirma que se trata de una organización, de una corporación. ¿Podría explicarlo?
-No creo que haya un lobby gay, porque un lobby gay estaría formado por personas homosexuales o gays abiertamente horrorizadas con un objetivo de ayudar a la causa LGBT y es, de hecho, lo opuesto a lo que sucede. (En el Vaticano) todos mienten respecto de quienes son. Su política es homofóbica. Entonces creo que esta cuestión de lobby gay fue inventada por el área de la derecha católica para explicar cuestiones que no pueden explicar. Es una gran mayoría silenciosa de la Iglesia la que es homosexual.
-¿Cómo explica que un sacerdote pueda ser homosexual y homófobo al mismo tiempo?
-Se puede pensar que ser homosexual y homofóbico es una contradicción, pero de hecho no, es una consecuencia. Los homofóbicos fuertes son homosexuales y el hecho de que sean gays no es un problema, debería ser una opción como otras tantas. Cuando hablo de que son gays digo que son la mayoría, pero hay diferentes tipos de gays, por un lado tenés al homófilo, que son los gays que no practican sexo, pero los considero gay, porque en su psicología está el hecho de que están influenciados por ser homosexuales, y hasta su homofobia está conectada con ese secreto, pero son fieles completamente a los votos de castidad. Después tenés a los gays que a veces tienen relaciones sexuales y se odian a sí mismos, se castigan a sí mismos, se autoflagelan, algunos que tienen un amante regular, algunos tienen muchos amantes, otros buscan prostitutos. Hay un espectro muy grande. Es lo que llamo las cincuenta sombras gay u homosexual. No tenemos estadísticas pero sabemos que el diez por ciento de los sacerdotes son fieles a los votos de castidad, que el cuarenta por ciento mantiene sexo con hombres o mujeres y el otro cincuenta por ciento tiene un gran conflicto con su propia sexualidad, y dentro de ese cincuenta por ciento sí hay un gran nivel de enfermedad, y en parte esto explica el abuso sexual. El abuso dentro de la Iglesia no es abuso sexual es abuso homosexual, la premisa no es la homosexualidad, sino la sexualidad reprimida, la negación a la sexualidad, el odio a sí mismos. Todos estos elementos ligados a la cultura del secreto hacen que escondan quienes son realmente, esconden el hecho de que en realidad tienen una vida sexual y se ha protegido a las personas que abusaban porque no quieren discutir su propia sexualidad. Esos elementos son los que explican el encubrimiento. El problema es el encubrimiento.
-¿Sodoma suma su grano de arena para que se derribe el celibato?
-Por supuesto, ese es mi punto de vista, porque es una realidad, el celibato y la castidad fracasaron, al mismo tiempo yo ya no soy católico, lo fui hasta que tenía doce años y no es mi trabajo cambiar la Iglesia, yo hice mi libro, quería que fuera bueno, lo hice con sinceridad, con honestidad, todos los hechos que cuento son reales y queda ya en la Iglesia, en el Papa, en los sacerdotes y en los católicos utilizarlo para cambiar la Iglesia, si eso es lo que desean.
-¿Considera que el rol históricamente inferior de la mujer respecto de los varones en la estructura de la Iglesia católica y hasta cierta misoginia están relacionadas con esta organización homosexual del Vaticano?
-Creo que la homosexualidad y las cuestiones de género entre las mujeres están completamente conectadas. El Vaticano es una organización de hombres, no hay mujeres, es muy misógina. También en los años ‘40 y ‘50 los gays eran muy misóginos, el hecho de que los sacerdotes gays fueran los primeros en negarles el derecho a las mujeres al sacerdocio es realmente muy interesante.
-¿Si es una institución de hombres, por qué la Iglesia milita tanto en contra del aborto?
-Es un tema diferente el del aborto, por supuesto tiene una conexión grande con las cuestiones de la mujer o feministas pero para ellos es una cuestión que está ligada a la pena de muerte, no saben nada sobre el derecho de las mujeres, no saben nada de las mujeres ni del cuerpo de una mujer, no les entra en la cabeza que el cuerpo de una mujer no es algo sobre lo que ellos no pueden tomar una decisión. Son personas que están fuera de la realidad, que han estado fuera de la realidad por décadas. En el tema del aborto están como en 1950, reaccionan acordes a alguien de esa época, y de hecho lo son porque tienen 80 o 90 años.
-Su libro es tan atrapante como escandaloso, ¿qué repercusiones tuvo una vez publicado?
-No es un libro de escándalos, sino de hechos.